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Historia de Santiago Nonualco



 En la legendaria ciudad  de  Santiago Nonualco ,  continua  ampliamente el  recorrido  de  la  historia de la  que  han  dejado  sus  más  notables  hijos  oriundos  que  quisierón  poner en  alto  el  más  alto  orgullo de  ser  esta  la  más  bella ciudad  del  departamento.

 Volvamos  a  los  años  1950, una ciudad que  en  sus amplias  calles polvosas y  otras  empedradas  jugaba  retozón  despeinando  y  subiendo las  nahuas  de aquellas  humildes  señoras  del  mercado  el  mas  pícaro  viento  que  sopla  las  hermosas  pompis  tanto  de  jóvenes  como  de  ancianos  en  los  meses  del  verano, pero  también  dándoles  carrera  con  heladas  graniceras  en  negras  tormentas  del  mes  de  julio,  como  también  votando  los  velachos  de  aquellas  señoras  que acurrucadas  pasaron  el  día  y  el  viento  huracanado  a  las  cinco  de  la  tarde  correteándolas   a  que  vallan  a  cuidar  su  casa.

 Hablemos  de  la  familia  Bonilla de  Don  Abraham  Bonilla, un  hombre muy  reconocido  y  que  colaboro comprando  la  primera  camioneta  a  Zacatecoluca  y  a   San  Salvador pasando  el recorrido  por  todas las  calles  polvosas  de mi querido Santiago  Nonualco  y  por  la  antigua  calle  del  famoso  puente  viejo  en  san  José  Loma. 

Hablemos  de  Napoleón  Bonilla, colaboro  con  dar alumbrado  eléctrico a ciertas  casas del  centro  de  la  ciudad  con  motor  de  planta  y  así  se  fueron  quitando  los  candiles  de  gas  de  las  esquinas  de  las  calles. Hablemos  del  alcalde  Rafael  Hueso,  que  con  obras  hidráulicas  hizo  beber  agua  de  rio  colorada  a  toda  la  ciudad   y  se  construyó  la  caja  de  agua  en  el  barrio   la  palma. 

Hablemos  de  Juan  Alberto  Aquino   y  de  El  chele  Cruz  Velásquez, el  Dr.  Guardón  que le  dieron  el  empuje  al  deporte  y  formaron  El Club  deportivo   Atlas,  con  el  veterano  Luis  Alonso  Rodríguez.

 Hablemos  de  Mario  Engelberto  Malissori, un  Italiano  que  acabo  su  vehículo  Yip  rojo, por  las  veredas donde  corría  Anastasio  Aquino, hasta   ver  logradas  las  amplias  calles  cantonales, puentes  bóvedas, empedrados  este  fue  el  sacerdote  que  más  trabajo  realizo  en  la  parroquia. Y  si hablamos  de  alcaldes,  no  se  puede  dejar  atrás  a  Vitelio  Vásquez,  dialogaba  con  Malissori, sobre  las  obras  de  progreso  pero  como  alcalde  el  párroco  tenía  todo  el  apoyo.





 Los orígenes del poblado se remontan a la época prehispánica, y fue un importante núcleo de la etnia nonualca. Para 1576 un informe establecía que había allí una notable producción de cacao, y diez años después el comisario de la orden de San Francisco, fray Alonso Ponce, lo describía como un «gran pueblo» por el número de habitantes.

 Para 1740, de acuerdo al alcalde mayor de San Salvador Manuel de Gálvez, establecía los residentes en «70 mulatos, soldados de una compañía para la guarda de la costa, y 210 indios tributarios (alrededor de 1,050 individuos)». Según Pedro Cortés y Larraz, el año 1770 Santiago Nonualco era la cabecera del curato homónimo y comprendía además a San Pedro NonualcoSanta María Ostuma y San Juan Nonualco, además de las haciendas del Volcán, Las Palmas, El Pradizal, Las Ánimas, San Pedro, Santa María, San Juan y El Rosario.

Su población era estimada en 465 familias, es decir, unas 2.363 personas distruídas en 346 familias de indígenas (alrededor de 2.363 individuos hablantes de nahuat) y 119 familias de ladinos (unos 650 personas). Para 1786 pasó a formar parte del partido de Zacatecoluca.


 

 Para la época republicana, Santiago Nonualco perteneció al departamento de San Vicente (1824-1836), Distrito Federal (1836-1838), San Vicente (1838-1839), La Paz (1839-1842), San Vicente (1842-1845), La Paz (1845-1847), partido de Olocuilta de San Salvador (1847-1852), y finalmente a La Paz.

 
 El poblado es el sitio adonde nació el insurrecto Anastasio Aquino, quien el año 1833 acaudilló una sublevación en contra del gobierno salvadoreño, y también el lugar en el que se libró su última batalla en el río Güiscuyulapa. Otras insurrecciones se desataron los años 1840 y 1846, por Petronilo Castro, esta última sofocada por Gerardo Barrios.

Hubo otro motín en 1848. Para el mes de junio de 1857, se expandió la peste del cólera, de la que se culpó 
a los ladinos de quienes se expandió el rumor que habían envenenado las aguas de fuentes y ríos. Los moradores decidieron atacar a Zacatecoluca en represalia, pero fueron persuadidos por el cura Narciso Monterrey.
 

De acuerdo a un informe municipal, en 1858 habitaban en el sitio 6.320 personas cuyas «calles de la población -dice ese documento- son desarregladas; algunas de ellas se encuentran empedradas». Entre los edificios destacaban la Iglesia Parroquial, la iglesia del Calvario, el Cabildo con techumbre de teja, la escuela y el convento y «un panteón amplio con cercos de adobe, muy nuevo».
 

Adquirió el título de villa en 1870, y el de ciudad el 5 de junio de 1920

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