El Dulce de Panela

                                                                                                                                                                                                                                                                       
 
 A mi querido  lector, me gustaría que disfrutáramos todos juntos aquella época tan bonita de mi Santiago Nonualco, época que todo era tan rica en abundancia 

de las cosas, solo lo que era difícil fue el dinero. Pues bien, LOS TRAPICHES DE MADERA, se escuchaba las orquestas de bonitos sonidos de trosas de madera en la madrugada por aquellos trapiches, hechos o fabricados por buenos carpinteros, trosas de copinol, bálsamo, nísperos, yo no sé qué otra madera de árbol grueso. El campesino trabajando el dulce de panela.

 En aquellos días se trabajaba el azúcar de pilón que hoy día ha desaparecido y dicen que es buena para refrescos de los riñones.  Estas eran las famosas moliendas, se daban el lujo de hacer el mejor dulce blanco chelito decían esas personas que en el mercado lo compraban para endulzar el café o la leche y así era el precio mejor para la venta, se le llama el dulce de atado y es envuelto en tusas secas de mazorca de maíz.

 En cada lugar habían muchos trapiches de distintos sonidos esos sonidos que se escuchaban a la distancia, cantones cercanos a la ciudad se identificaban sus  sonidos de trapiches y las gentes decían vamos a comer  espuma y caminaban a la molienda más  próxima o la que ellos tenían aprecio, En la molienda buscaban su paleta de madera y a chupar o pasarle la lengua a la paleta para saborear  la espuma,  y al regreso llevaban  su guacalada de espuma o miel.

 Proceso  para hacer el dulce de panela se empleaban muchas personas, dos al trapiche empujando la caña para que la troza la  apretara y salga el jugo, uno que estaba acarreando el bagazo o resido de caña ya sin jugo, uno que estaba con los bueyes dándole vuelta a la trosas, alrededor todo el tiempo de moler, uno que estaba en los peroles, teniendo el cuidado que se cociera bien con el fuego y punteando la miel para echarla a los moldes donde ahí se formaba el atado para la venta, dos lajas dos porciones se llamaba atado, los moldes dos tablones con un montón de agujeros que echaban la miel caliente hasta que endurara y darle vuelta al tablón, le golpeaban para que se desprendiera a ya estaba el dulce esperando que otro lo envolviera con tusas, el dueño buscaba las noches de luna llena para trabajar toda la noche, así fueron las famosas moliendas en mi querido Santiago Nonualco.

 Disfrute de esto con mis abuelos allá en el cantón cuando yo fui pequeñito, y con el pasar de los años me radique en la ciudad, pronto desaparecieron las moliendas con el ingenio y la producción de azúcar, hoy solo son tristes recuerdos de antaño.
Prof.: José  Domingo García.